lunes, septiembre 13, 2004

Sobre dictadores y enanismo mental

Napoleón, ese enano perverso y genial, señalaba que lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes. En esa simple frase se aprecia toda la vena autoritaria del pequeño dictador. Bajo su nefanda lógica, los autócratas no son tímidos porque cualquier acción es posible aunque toque la dignidad de las personas, además de que son valientes porque no se valen de pretextos para lograr lo que sea a cualquier precio.

Yo veo en la temeridad napoleónica los signos contrarios a su dicho: Los dictadores son cobardes, porque imponen su voluntad desde el poderío cuando en igualdad de circunstancias sus súbditos los molerían a palos y, por extraño que parezca, los abusivos son tímidos en la paridad. No tiene ningún mérito que desde el poder se exija lo imposible, no hay valor ni arrojo en usar la fuerza contra quien no puede defenderse.

Por eso Napoleón terminó gordo y envenenado en Santa Elena.

Es lo menos que se merecía.

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