jueves, diciembre 11, 2008

¿Bajar la cortina?

Todo funcionario público desea tener su oficina en una colonia bonita, contar con recursos para realizar promoción en medios y hacer relaciones públicas. Sin embargo, estas comodidades y nexos no son esenciales a la actividad gubernativa: la vinculación social es relevante, pero en la mayoría de los casos no es una actividad sustantiva de gobierno. Esta cuestión es de especial importancia en el tema del recientemente aprobado Presupuesto de Egresos 2009, ya que algunos, en lugar de buscar lo principal en el ejercicio de su función pública, exigen la satisfacción de lo accesorio.

Por ello resultan contrastantes las posturas de Augusto Valencia y Felipe Álvarez Cibrián, titulares del Instituto de Transparencia y de la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco, respectivamente. Mientras el presidente del Itei dijo que "tendría que cerrar el instituto" si se aprobaba el presupuesto como lo envió el Ejecutivo al Congreso, la cabeza de la CEDHJ señaló que, en todo caso, ciertos programas de la comisión deberían cancelarse, pero nunca puso en duda la operación del organismo a su cargo.

A últimas fechas, Valencia repitió la amenaza de suspensión de operaciones del Itei por el presupuesto aprobado, así como deslizó la posibilidad de que se despida personal y que el organismo mude su sede a unas oficinas de menor costo. ¿Es en realidad tan crítica la situación presupuestal del Itei para que se realicen estos amagos? La respuesta es que no, como se aprecia de los siguientes números.

Valencia reclama que el presupuesto del Itei para 2009 sea por la misma cantidad que el de 2008, es decir 15.2 millones de pesos. El monto lo estima insuficiente porque las actividades realizadas por el instituto durante 2008 implican un costo de 19.3 millones. ¿De dónde salieron los otros cuatro millones? De una ampliación presupuestal que el Poder Ejecutivo le hizo al Itei, misma que puede gestionar nuevamente para el ejercicio 2009, por ello la situación del instituto no es del dramatismo con que se pinta, sobre todo si se considera que la reforma a la Ley de Transparencia garantizó que el Itei cuente con los recursos necesarios para pagar los sueldos de sus consejeros.

Sin embargo, para el Itei esos 19.3 millones actuales serían insuficientes para 2009, ya que de acuerdo a sus cálculos requerirían 22 millones para cumplir con las actividades indispensables de operación. Para lograr una operación correcta del organismo y la ejecución de sus programas proyectados, necesitarían 34 millones. Es decir, el Itei considera que, al menos, necesita 50 por ciento más presupuesto que el asignado por el Congreso el año pasado, idealmente quiere un presupuesto 220 por ciento mayor que el actual.

De cada 10 pesos que recibe, el Itei dedica 2 a las actividades de promoción, comunicación social, evaluación y estudios. Otros 2.5 pesos de cada diez son para gasto de operación.

Resulta significativo que la cantidad que el Itei dedicó a la promoción, comunicación social, evaluación y estudios sea casi igual al monto de la ampliación presupuestal que el Ejecutivo entregó al instituto. Si el Itei se apoyara más en las instituciones de educación superior para las actividades de promoción y evaluación, su gasto podría disminuir a los 15 millones de pesos que actualmente tiene. El antecedente de las pulseritas, calcomanías y tatuajes, para promover la transparencia, propició que más de un ciudadano se cuestionara la pertinencia de esa erogación.

Otro gasto que merece atención es el de arrendamiento de edificios y locales, en el que el Itei tuvo 750 mil pesos asignados durante 2008, es decir, alrededor de 62 mil pesos mensuales, una cantidad que parece muy alta para rentar instalaciones.

Por tanto, es bastante razonable que el Itei pueda trabajar si ajusta sus gastos promocionales y decide buscarse una oficina menos costosa que la que tiene ubicada en la colonia Ladrón de Guevara.

Sin embargo, el tema de los números es el menos importante en este caso, lo trascendente es la mesura y aplomo de los funcionarios comprometidos con el servicio público: ejemplos de esa prudencia los han dado Álvarez Cibrián, cuyo organismo está en una situación presupuestal similar a la del Itei, así como el titular de la Secretaría de Seguridad Pública, quien incluso tendrá en 2009 un presupuesto menor al propuesto por el Ejecutivo. ¿En verdad es válido que Augusto amenace con cerrar la cortina porque no le suben el presupuesto? Por ello es relevante preguntar ¿qué se haría en una empresa si un gerente tomara las actitudes de Valencia, el de la transparencia?

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