domingo, enero 11, 2004

Too late, Mr. O'Neill

Paul O'Neill fue secretario del Tesoro de Estados Unidos hasta diciembre de 2002, cuando lo despideron como parte de una reestructuración del gabinete. Ahora O'Neill ataca a George W. Bush al declarar que el presidente buscaba la manera de invadir Irak desde que asumió el poder en enero de 2001, lo que pone en entredicho el argumento del mandatario estadounidense que sostenía como fundamento de la guerra contra Irak que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva.

Los comentarios de O'Neill son parte de una campaña para promocionar el libro The Price of Loyalty (El precio de la lealtad) que escribió Ron Suskind, ex reportero del Wall Street Journal. El periodista sostiene que el ex secretario del Tesoro y otros funcionarios de la Casa Blanca le entregaron documentos que revelan los planes que el gobierno de Bush estudiaba (en los primeros tres meses de 2001) para derrocar a Saddam. Incluso Suskind dice que tiene un documento del Pentágono titulado Foreign suitors for Iraqi Oil Field Contracts (Aspirantes extranjeros a contratos petroleros iraquíes) que habla sobre contratistas de 40 países y señala cuáles estarían interesados en Irak.

Si es verdad lo que dice Paul O'Neill, sus declaraciones lo dejan más mal parado que antes de que rompiera el silencio. Su denuncia llega demasiado tarde, cuando ya perecieron miles, por lo que O'Neill sería tan responsable como Bush de esas muertes y de una guerra injusta.

Por otra parte, si lo que busca el ex secretario del Tesoro es hacerle la vida pesada a Bush, su filtración de documentos secretos no quita que Estados Unidos lograra su mayor crecimiento en 19 años, 8.2% en el tercer trimestre de 2003, principalmente impulsado por la inyección de dinero del gobierno (como el utilizado en la guerra contra Irak). Si como político O'Neill es basura, como estratega de asuntos económicos lo es más.

Ahora O'Neill dice a la CBS que para él "la idea de prevención, de que Estados Unidos tenga el derecho unilateral de hacer lo que quiera, es un salto demasiado grande".

No tiene vergüenza.

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