domingo, enero 29, 2006

Insolente, ignorante y obstinado


A la memoria de Don Ernesto Gutiérrez y González, el más grande civilista de nuestra época y gran amante del Derecho Administrativo.


Por Óscar Constantino Gutiérrez

En mi última entrega prometí hablar sobre el veto del gobernador al presupuesto (sólo expresaré una acotación para los diputados panistas: ¿cómo se impugna la constitucionalidad de un acto que no ha sido promulgado? Consúltenlo con su constitucionalista de cabecera), pero me desviaré del tema porque llamaron mi atención los berrinches en el Tribunal Administrativo del Estado (TAE).

El presidente del TAE, Carlos Sepúlveda Valle, se olvidó del principio primus inter pares (el primero entre iguales) que el rey Guillermo el Conquistador hizo suyo y que hasta en el feudalismo se respetaba, ya que se encoleriza porque sus compañeros magistrados osan cuestionar sus proyectos de sentencia y a uno de ellos lo calificó de "insolente, ignorante y obstinado". Ojo, un magistrado no puede ser insolente ante el presidente de su Tribunal, porque el liderazgo de ese organismo no es una monarquía o relación supraordinada donde el jefe siempre tenga la razón… por la sencilla razón de que ahí no hay jefes.

Desplantes tan monárquicos no se ven en la Suprema Corte de la Nación, en esta novena época no se ha atestiguado que los juristas Aguinaco, Góngora o Azuela hayan etiquetado de insolentes a sus compañeros ministros cuando disienten de sus proyectos o decisiones. Ni siquiera Vallarta llamó insolentes a sus compañeros de la Corte cuando emitía sus votos particulares… ni ellos le daban ese epíteto a él. En pocas palabras, esas actitudes de Fernando VII revisitado no las tienen ni los Borbones actuales.

¿Qué puede esperarse de un Tribunal donde se acaloran con temas tan absurdos como si es correcto o no que se declare primero que los agravios son admitidos y luego se detalle en qué consisten y la razón del fallo? Pareciera que son la primera Corte de Casación Francesa y estuvieran debatiendo las grandes decisiones del país, cuando en realidad pierden el tiempo en discusiones bizantinas y formularias.

Pero el presidente del TAE no es el único que mete desorden en ese organismo judicial. Sus compañeros magistrados disfrutan haciéndolo rabiar, lo que habla mal de todos los involucrados: Uno por intolerante y soberbio, los otros por rijosos e ineficientes.

Quienes amamos el Derecho Administrativo no podemos más que lamentar que nuestro TAE se parezca más a la Tremenda Corte de Trespatines y no al ilustre Consejo de Estado Francés. En lugar de pronunciar geniales arrets de jurisprudencia administrativa que conmuevan a Jalisco, lo que hacen es alegar disparates. Pediríamos cordura, pero como dice doña Daniela, la de la tiendita de la esquina: Ya no hay.

oscarconstantino@gmail.com

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