viernes, febrero 03, 2006

Óscar Constantino Gutiérrez

El ejemplo de Don Ojilve

Te sientes tan fuerte que piensas que nadie te puede tocar

P. Andreu / J. Cardiel / J.Valdivia / E. Bunbury

Un diario local reportó que en Chilpancingo, Guerrero, un trabajador despedido injustificadamente por una empresa de electrodomésticos (la que dice que nadie vende más barato que ella) cobró en especie una indemnización de 2 millones de pesos a la compañía: Virtualmente vació una tienda.

El señor Ojilve Carpio invirtió dos años de su vida en que diera resultados el juicio laboral que interpuso contra la compañía de Ricardo Salinas. Para asegurar el pago de la indemnización, salarios caídos y otras prestaciones que le deben, las autoridades judiciales embargaron los bienes de la empresa, más de 300 aparatos eléctricos.

En su momento, Don Ojilve rechazó los 20 mil pesos que le ofrecieron sus ex empleadores. Ese tipo de dádivas son muy frecuentes en los procedimientos laborales y su aceptación incluso es incentivada por los funcionarios de las juntas de conciliación y arbitraje, quienes recomiendan tomar ese dinero seguro y no pasar por litigios larguísimos que no garantizan resultados.

Don Ojilve calló a toda esa gente y nos dio una lección a abogados, juzgadores, funcionarios, autoridades, empleados y empleadores. ¿Cuántas veces hay trabajadores que toleran malos tratos, despidos injustificados, discriminaciones, bajos salarios y abusos en su jornada de trabajo -entre una larga serie de despotismos- porque sus empleadores usan una “filosofía laboral” de sátrapa, que se puede resumir en la siguiente expresión: “El trabajo que no te gusta, hay cien afuera que lo harían de mil amores, por menos dinero que tú, incluso, además de que las demandas laborales no sirven de nada, prefiero regalarle el dinero al abogado que darte un peso, para que le sirva de lección a los demás”. Esos despreciables patrones están en el gobierno federal, en las empresas, en todos lados. Se creen intocables.

Ayer Don Ojilve les demostró que se equivocan y dio esperanza a quienes sienten que la ley es el papel desechable de los poderosos. Rompió la verdad del viejo refrán que sostiene la ventaja de tener un mal arreglo en lugar de un buen pleito.

En esta época, de outsourcing, jornadas larguísimas, temor empresarial porque el Peje llegue al poder y haga cumplir la Ley Federal del Trabajo, tiranía de cuello blanco, mobbing, estrés inducido y otras miles de basuras que integran el repertorio del terrorismo laboral con rostro de “productividad” (entrecomillada con el mayor sarcasmo posible), un humilde ex empleado de Guerrero nos enseñó que no luchar por lo justo sólo es opción para los cobardes, para aquellos que consideran aceptable subsistir de rodillas, para los que tienen miedo de su futuro porque no saben aceptar su presente.

¿Vale la pena combatir el abuso laboral? Pregúntenselo a Don Ojilve, que el jueves celebró con una birria y cervezas su triunfo sobre aquel que quiso burlarse de su dignidad.

Hoy puedo dormir con la esperanza de que algún día tendremos un verdadero Estado de Derecho en México.

Gracias Don Ojilve.

oscarconstantino@gmail.com

3 comentarios:

Tekilux dijo...

Pues bien dicen que todo se paga en la vida y a Don Ojilve Carpio se merecía una satisfacción, si no por el despido injustificado, al menos por el nombrecito que le cargaron.

Óscar Constantino dijo...

El nombre está gachito, pero ya ves, en el ciberespacio hay quien tiene nicknames peores, como ese pobre payaso que se hace llamar "el jurisconsulto". Eso es, en su vocabulario, galactofagia.

Karina dijo...

jajajajaja, chale Tekilux...

Yo siempre he creido que los trabajadores deben estar conscientes que así como ellos necesitan la lana por la que reciben malos tratos de sus empleadores, los patrones necesitan la fuerza de trabajo, eso de que mil lo hacían por menos es falso, la rotación en los peores empleos es altísima, esa rotación es uno de los factores por las que existe el outsourcing, las empresas prefieren echarle la bronca de la inconstancia de personal (con las broncas contables que eso acarrea) a unos weyes a los que sólo los ve cuando no pasan los cheques...