viernes, diciembre 03, 2004

La presidencia de la necedad

La necedad es la madre de todos los males
Marco Tulio Cicerón


El presidente se inconforma por las modificaciones al Presupuesto que le hizo la Cámara de Diputados y presenta observaciones al decreto (o sea, veta la decisión de los legisladores) y la reacción no se hace esperar: La Mesa Directiva de la Cámara discutirá hasta el 7 de diciembre el documento de Fox, ya que considera que tiene una calidad jurídica indefinida. Dicho en buen español, no reconocieron las observaciones como veto, porque asumen que el Ejecutivo no tiene facultades para vetar el presupuesto. ¿Qué esperaba Fox de la Cámara? Resulta obvio que la mayoría de los diputados no son panistas y que el llamado bloque opositor no iba a dar trámite a algo que considera un absurdo constitucional.

Ahora Fox dice que le queda la posibilidad de ir a la Corte Suprema. Difícilmente se puede justificar la conducta del primer mandatario, ¿obtuvo algún beneficio del desgaste político de presentar un veto que evidentemente iba a ignorarse olímpicamente? No, su proceder se califica por lo que la Real Academia define como el actuar ignorante, que no sabe lo que podía o debía saber, que es imprudente o falto de razón, terco y porfiado en lo que hace: Es decir, necio. ¿La expresión es injusta con el presidente? Consideramos que no y procedemos a fundamentar nuestro dicho.

¿Sabía el presidente lo que iba a suceder? Si previó las consecuencias de su “veto”, lo racional hubiera sido utilizar otro mecanismo distinto a una presentación de observaciones a los diputados y evitarse así un desgaste innecesario. ¿El presidente ganó algo con su acción? ¿Quiere que la Corte defina que tiene facultades para vetar presupuestos y para ello necesita que la materia de la controversia sea un rechazo a su decisión? Vamos a suponer que fuera así, que Fox es un hábil jugador de ajedrez jurídico y quiere convertirse en el nuevo estratega de la jurisprudencia mexicana, una suerte de John Marshall mexicano, con botas y hebilla vaquera. Continuemos con la suposición, pensemos que el asunto cae en manos de un ministro sensible a la visión foxista de la realidad (por ejemplo el Dr. Cossío) y se elabora un proyecto de resolución que otorga al presidente facultades de vetar el presupuesto, en una interpretación extensiva de lo dispuesto por el inciso C del artículo 72 constitucional. ¿Fox lograría así que su proyecto de presupuesto prevaleciera? Al parecer no, porque su partido todavía carecería de mayoría en la cámara y los opositores no cuentan con dos terceras partes de los votos totales para lograr que se confirme el presupuesto modificado.

Los escenarios posibles irían desde que los opositores se cruzaran de brazos y no negociaran arreglos (en México no se puede aplicar el presupuesto del año anterior en caso de falta de acuerdo legislativo) para así poner en un estado de crisis a la presidencia, hasta que el bloque opositor se ubique como un negociador duro, que sabe que en sus manos está el destino de las cosas. Claro, siempre queda la posibilidad de que un ministro de la Corte proponga en la resolución (sin que sea materia de la controversia) “reglas adicionales” en caso de disenso legislativo no superado, como que el presidente decida la estructuración del presupuesto o establezca la aplicación del decreto aprobado del año anterior… y el Congreso sometería a juicio político a los ministros que aprobaran tal decisión, como lo autorizan los artículos 109 y 110 de la Constitución. El presidente sacó el garrote para negociar, en lugar de ceder en áreas de la agenda política que a los diputados podrían haber resultado atractivas, conducta del mandatario que fue imprudente, por decirlo de una manera suave.

El presidente tenía en sus manos una falta de los diputados, la Constitución ordena en la fracción IV del artículo 74 que la Cámara Baja apruebe el Presupuesto de Egresos de la Federación a más tardar el día 15 de noviembre, término que no cumplieron los legisladores. Si él hubiera acudido directamente a la Corte para pedir que se definiera el presupuesto a aplicar cuando la Cámara de Diputados no lo aprueba en tiempo y hubiera pedido que se aplicara el del año pasado, quizá habría pasado a la historia constitucional mexicana como un estadista notable, pero prefirió el camino de la confrontación. Si ahora pretende usar la vía judicial respecto al incumplimiento del plazo constitucional, estará a discusión si consintió la validez del presupuesto al no realizar observaciones de fondo a que fuera aprobado fuera de término.

Ésta historia, que parece escrita por Charles Baudelaire, recuerda una de sus inmortales frases: El más irreprochable de los vicios es hacer el mal por necedad. Ojalá todos los actores involucrados superen sus soberbias y así conjuren los peligros causados por la presidencia de la necedad, una que a dos años de terminar el sexenio no ha dado resultados satisfactorios y sí muchas decepciones.

No hay comentarios.: