viernes, diciembre 02, 2005

¿Autocontrol?

Con el poder mantenemos una relación ambigua: sabemos que si no existiera autoridad nos comeríamos unos a otros, pero nos gusta pensar que, si no existieran los gobiernos, los hombres se abrazarían.

Leonard Cohen

Don Carlos Abascal recomendó a los medios de comunicación que asuman "la conciencia del autocontrol”, en aras del fortalecimiento democrático. Esa invitación se parece a las llamadas a misa.

El origen de la curiosa petición del Lic. Abascal está en que algunos conjeturan que los medios informativos son usados para operar una guerra sucia electoral, a través de aparentes “filtraciones” atribuidas al Cisen. Lo de menos es si las “filtraciones” son reales o ficticias, lo relevante es que la sugerida política de autocontrol obviamente no da resultados.

El reclamo de la censura y la mordaza es la respuesta usual cuando un ciudadano invoca la ley para que se sancione a quien abusa de la libertad de expresión. Si a ello se agrega que algunos transparentistas insisten en que se despenalicen los excesos mediáticos, el escenario no es feo, en realidad es espantoso.

¿De qué sirve llamar al autocontrol en un país donde la gente es profundamente irresponsable? Somos una nación que haría las delicias de Oliver Wendell Holmes o Kelsen, sólo observamos la ley cuando es inminente el castigo por no cumplirla. En esas condiciones, el autocontrol es una reverenda vacilada.

¿Por qué establecer sanciones más suaves a quienes difaman, injurian o calumnian? Pareciera que decir mentiras es menos grave en estos tiempos, cuando la realidad es que en la Era de la Información lo que se espera es que ésta sea lo más veraz posible.

La figura del ombudsman en los medios mexicanos ha corrido la misma suerte de su contraparte en la vida cotidiana: Nadie les hace caso. Un defensor del lector puede recomendar mil vías de acción, reprobar una conducta o la falta de ética periodística, pero se gana lo mismo que si se quedara callado. Quienes no tienen interés en mejorar sus prácticas mediáticas siempre harán oídos sordos, sea por soberbia (“¿cómo se atreve ese a criticarme? ¡Soy mejor que él!”) o torpeza (que es casi lo mismo que la soberbia). Pero aún ese ineficaz autocontrol no es usual: La mayoría de los medios no tiene ombudsman.

Los transparentistas y analistas de los medios denuestan a la Ley de Imprenta, pero no han hecho algo para garantizar que los ciudadanos tengan un medio adecuado para defenderse de aquellos que tienen la posibilidad de sentarse, cual francotiradores, a disparar mentiras, tergiversaciones, calumnias y difamaciones. No basta con tener derecho de réplica o a la corrección de las falsedades o inexactitudes. En nuestro país es letra muerta el deber legal de reparar los daños causados por la falsedad o invasión a la privacía.

En México es un verdadero vía crucis lograr que los abusivos de la libertad de expresión reconozcan que se equivocaron. No puedo compartir la idea del autocontrol, como abogado me ofende que algunos de los que invocan el derecho a la información violen descaradamente los derechos humanos y de la personalidad de los demás. Su actitud es otro caso de doble moral, quieren todos los derechos, más ninguna de las obligaciones. Me recuerdan a los miembros del Partido Demócrata de Estados Unidos, que defienden rabiosamente todos los artículos de la Carta de Derechos, salvo el segundo, porque consigna el derecho a portar armas. Incongruencia pura.

Ciro Gómez Leyva reiteró el pasado 9 de noviembre lo que ya había señalado el 18 de mayo de 2005: “He defendido siempre el derecho de los seres humanos sobre los que escribimos y hablamos de recurrir a las instancias judiciales para denunciar nuestros presuntos excesos”. Tiene razón Ciro, en México son inútiles los llamados al autocontrol, lo que se necesitan son leyes y organismos que en verdad tutelen la dignidad de las personas.

Post scriptum. Los que tuvimos el privilegio de compartir el mismo espacio con el Maestro Burgoa sabemos que no hay sucesor en el foro que llene sus zapatos. Nuestro país perdió a su conciencia jurídica, luchar por el Estado de Derecho es la mejor forma de recordar a ese gran catedrático, litigante y jurista. Descanse en paz.

oscarconstantino@gmail.com

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