viernes, diciembre 23, 2005

Óscar Constantino Gutiérrez

¿Libertad de expresión o derecho a la estupidez?

Los hechos: Un nota periodística reportó (este 15 de diciembre) un intento de abuso sexual a un menor y revela los nombres de los involucrados, entre ellos la víctima. La paradoja: El diario local que ventiló esos hechos está obsesionado con hacer noticia mediante las leyes de transparencia, mientras no respeta los más esenciales derechos de las personas (adivinó: Es el diario de las cúpulas y murales). La pregunta: Ante tanta irresponsabilidad mediática ¿Cómo se atreven algunos transparentistas a insistir en la eliminación de los delitos de difamación y calumnias? La respuesta: Se animan porque tienen muy poca vergüenza.

En mis clases de doctorado, Doña María Luisa Silva Castaño (quien además de ser profesora de la Universidad San Pablo CEU de Madrid es una notable magistrada penal) insistía en la necesidad de criminalizar las nuevas formas de ilicitud (como los delitos societarios) y parecía que iba a contracorriente de los “humanistas” que buscan suprimir figuras delictivas. Casos como el previamente descrito demuestran que en materia de abusos de prensa urge sancionar con mayor efectividad a quienes usan las libertades constitucionales para ofender la dignidad humana, para hacer negocio con la desgracia ajena.

Algunos transparentistas dicen “en México se deben eliminar los delitos de difamación y calumnias, y sustituirse por figuras de responsabilidad en el ámbito civil, sin que ello implique largos juicios y sumas millonarias en donde todo mundo podría perder”. Vaya, las sumas millonarias sólo hacen perder a aquellos que abusan del poder mediático y afortunadamente el Código Civil de Jalisco permite ese tipo de procedimientos. Los transparentistas elucubran: “Habría que imaginar un proceso sumarísimo civil en el que el objeto no sea tanto castigar al medio y/o al periodista, sino resarcir los derechos al honor, la vida privada y la imagen lesionadas”. ¿Y por qué es mejor que los periodistas o medios no sean castigados? ¿Están por encima de la ley? ¿Son de sustancia distinta al resto de los mortales, que sí son castigados cuando comenten faltas?

Pero lo más divertido del discurso transparentista es su afán de tirar netas: “Lo importante es que sin castigos se logre esa armonía entre los derechos fundamentales en juego y haya una justa dimensión entre libertad y responsabilidad”. ¿Por qué el equilibrio sin castigo es “lo importante”? ¿Los castigos son “importantes” sólo si el sancionado no es miembro de un medio informativo? Lo bueno es que se busca acabar con los privilegios en este país…

Pensar que “para bien de México se deben disminuir o suprimir las penas para delitos de difamación y calumnias”, porque “se basan en prácticas autoritarias que inhiben el trabajo periodístico”, es alegar la existencia del derecho constitucional a la estupidez irresponsable, es pensar que ofender a la gente es un “daño colateral tolerable” en la búsqueda de la información: Tanta tontería es inadmisible.

La vida de un niño quedó marcada por la irresponsabilidad, torpeza e inmoralidad de un diario que asume que sólo le rinde cuentas a Dios y a sus dueños. Yo invito a que los padres del menor involucrado demanden y denuncien a ese medio: La asesoría se las da un servidor, si es que se animan a poner un límite a esos excesos, cometidos por aquellos que no respetan ni siquiera la dignidad de un menor de edad.

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