viernes, diciembre 02, 2005

Óscar Constantino Gutiérrez

¿Se habían tardado?

No hay nada más raro en el mundo que una persona a la que siempre podamos tolerar.

Giacomo Leopardi

No soporto a los enanos que secuestran el nombre de la sociedad civil para hacer estimaciones cívicas, mucho menos aguanto a las columnistas oligofrénicas que escriben tonterías ensoberbecidas, tampoco acepto a los tiangueros, ambulantes e informales. Sin embargo, los tolero, vocablo que implica respetar y permitir aquello con lo que no estoy de acuerdo. Por eso me enferma que Eduardo Orendain Giovannini, a nombre del Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco (CCIJ), diga que están a favor de que se impidan las manifestaciones públicas, “que es una medida que se habían tardado en tomar” y que se debe respaldar ¡para que se respete el Estado de Derecho!

La perla proferida por el empresario de seguro hizo que el Maestro Burgoa se estremeciera en su tumba: “No me puedo manifestar y bloquear una calle, porque eso no es constitucional; estoy a favor de retirar los plantones, qué bueno que se respete el primer cuadro”. Vaya, ¿desde cuándo los líderes empresariales son juristas? Si centenares o miles de personas salen a la calle para protestar contra los secuestros, el hecho es calificado como cívico, digno, de gran valor, aunque se bloquee la circulación. Pero si unos pobres tipos hacen un plantón por cualquier causa, ya no hay dignidad, valor cívico o heroísmo: Son unos delincuentes, según el “constitucionalista” Alfonso Gutiérrez Santillán, secretario de Seguridad Pública de Jalisco.

El ilustre funcionario también manifestó una reflexión que habría dejado pasmado a Rudolf Von Ihering: “La ley es muy clara, no hay para qué interpretarla. Tenemos todo el derecho de manifestarnos siempre y cuando no afectemos a terceros”. ¿Así que la ley es clara? Peor aún, ¿no necesita interpretación? El remate de sus sesuda reflexión fue la respuesta que dio a la pregunta sobre si los plantones violaban los derechos de terceros: “Eso que lo diga la ciudadanía”. Sería bueno saber cuáles ciudadanos son los ungidos para definir tales conceptos, porque es obvio que no se les puede consultar a todos. En la lógica santillanesca, Derecho es lo que digan los ciudadanos, lo bueno es que según él la ley no necesita interpretaciones. ¿Qué será, entonces, lo que los ciudadanos hagan al señalar cuándo sí y cuándo no se violan derechos de terceros? ¿Eso no es interpretar?

Aunque parezca que el secretario de (in) Seguridad cree que las opiniones ciudadanas son jícamas y no interpretaciones, lo cierto es que la tolerancia (esa misma que celebró su día internacional, el 16 de noviembre pasado) parte del supuesto de que las personas piensan distinto, interpretan de distinta forma, viven de distinta manera y que por ello necesitamos construir consensos, en lugar de esperar que llegue un distinguido empresario y pontifique sobre lo que debe hacer el gobierno de todos los jaliscienses.

Lo cierto es que aquellos que ahora dicen “ya era hora”, “se habían tardado”, “mano dura”, son los mismos que lloran y se quejan cuando sus seres queridos son reprimidos por la policía. Seguramente porque ellos son “gente decente” (cosa que cualquier conocedor sabe que se identifica por la ropa que usan las personas) y esto debería entenderlo quien se desempeñe como agente del orden. Éstas distinguidas personas piden rabiosamente la fuerza del Estado contra quien se manifiesta en el primer cuadro, pero aplauden desaforadamente que cada domingo se cierren avenidas para que sus niños puedan circular en bicicleta. Eso se llama incongruencia o doble moral.

La solución no es desalojar manifestantes o quitar el parque lineal que hace las delicias de muchos, lo que se debe hacer es tolerar al prójimo, que aunque sea enano loco, escribana tonta, pontífice empresarial, policía represor, manifestante ardido o -como yo- columnista amargado, tiene el sagrado derecho de vivir y que le dejen hacer lo que le viene en gana mientras su conducta sea razonable; y resulta obvio que hacer un plantón entra dentro de lo razonable, aunque no nos guste a muchos.

oscarconstantino@gmail.com

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